La dimensión artística de Gonzenbach
Federico Gonzenbach no es cualquier artista cuyo arte surge de su propia espiritualidad energética. Su vida y pasión van de la mano con la pintura, con la creación del arte y con Dios.
Desde su infancia Gonzenbach se encontró rodeado de naturaleza en su hogar ubicado en el barrio de Las Peñas (Guayaquil, Ecuador). Le divertía dibujar lo que veía, lo que percibía, lo que intuía y ante esta inquietud, esta hipersensibilidad artística, sus padres decidieron matricularlo en la Escuela Bellas Artes. Allí finalmente Gonzenbach encontró su lugar entre pintores y artistas.
A sus 17 años, su vecina y actual directora de la Biblioteca Municipal, Yela Lofredo de Klein y, una gran escultora guayaquileña le consiguió un lugar para que exponga las 30 plumillas que Federico había dibujado evocando a Guayaquil y sus rincones típicos. Tras vender las 30 plumillas la carrera artística de Federico despegó gracias al apoyo de los medios de comunicación.
Gonzenbach emprendió un viaje artístico que lo llevó a realizar cerca de 170 exposiciones en Estados Unidos, París, España e Italia, en la famosa galería Rotini. Su desempeño artístico no ha pasado desapercibido a nivel local ni a internacional por lo que ha recibido premios en múltiples ocasiones. En 1996, el grupo World Wide Fine Art Promotion Inc. le otorgó el primer lugar de entre 150 participantes de América latina y España, por su obra Maja Erótica, una obra que, de acuerdo con Gonzenbach, es él mismo transformado por todas sus vivencias y viajes.
El instinto artístico no es algo que se obtiene, es algo con lo que se nace, un don divino que sólo se transforma, que crece al ritmo del artista. Para cada exposición, para cada una de sus creaciones, Federico se somete a un estilo de vida diferente. Cambia su alimentación, se ejercita y se nutre de la energía de lo que ve, ya sean las plantas, el río, un paisaje y cada detalle, cada figura inspira al artista a crear belleza. Para darse este espacio encontró una dimensión entre el martes y miércoles a la que el llama marmier.
Una fuente de inspiración que lo impulsa a ser mejor es Pablo Picasso, quien pintaba por más de 15 horas y a sus 90 años, este enigmático artista jamás vislumbro retirarse. Federico Gonzenbach describe al arte como algo que no tiene límites, sus horizontes se abren en diferentes caminos. Su nueva aventura artística, llamada Explosión Energética del Color y sus Secretos, se exponen hasta hoy en el Museo Luis A. Noboa Naranjo.