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En el noroccidente de Pichincha germinan las oportunidades para los emprendedores
Posted On 21 Aug 2017
Carmen Mejía mira con orgullo una bolsa de café. Es su producto, lo llama Chirapi y es el fruto de un emprendimiento familiar que inició hace cinco años, cuando, con su esposo e hijos, decidió arriesgarse en el mundo de los cafetales. En 6 hectáreas (ha) ubicadas en Pacto (noroccidente de Quito), producen unos 30 quintales por ha. En los próximos meses tendrán su tercera cosecha.
Recuerda que al principio la producción era pequeña e incluso perdieron parte de los sembríos, pues conocían poco del tema. Las capacitaciones y la preparación técnica fueron fundamentales para conseguir un grano de excelente calidad. El entusiasmo de Mejía por su café no se limitó a conseguir un buen producto, sino que desde el año pasado empezó a industrializar sus mejores granos y creó la marca Chirapi Café Arábigo de Altura. Según la mujer, para que un emprendimiento de este tipo salga adelante es fundamental asociarse con más productores y ayudarse mutuamente. Pero además, el trabajo en conjunto con la familia es importante. “Quien no se arriesga, quien no trata de hacer algo en la vida, no lo va a lograr”.
La plantación se encuentra en su hacienda Puntas-Urco, ubicada a 1.600 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.). El próximo proyecto de esta decidida mujer es crear una ruta cafetalera, un recorrido turístico del proceso desde los sembríos hasta el producto final.
El noroccidente de la capital presenta características ambientales ideales para producir café de altura, el más apetecido en el mundo. Según Vinicio Jiménez, administrador de las fincas de café y caña del Consejo Provincial de Pichincha, en otros países donde producen este tipo de café deben recurrir a estrategias para mejorar la producción. “En Pichincha no se requiere tanto esfuerzo, solo hacer bien los procesos y se obtiene un café en buen estado”, explica Jiménez.
La altura, el clima y el suelo, incluso la ubicación en la mitad del mundo, ayuda a que los granos sean de excelente calidad. Por ejemplo, permite que los azúcares se reúnan bien en el grano. En Pichincha, el café especial de altura se produce principalmente en las parroquias de Pacto, Gualea, Nanegalito, Nanegal, Los Bancos y Tandapi, a una altura de entre 1.200 a 1.600 m s. n. m. En zonas bajas hay mayor producción de café robusta y arábigo. Rómel Jumbo, productor de cacao fino de aroma, coincide con Mejía en la importancia de trabajar junto con otros productores para capacitarse y mejorar la producción.
Jumbo, presidente de la asociación agroartesanal Nueva Esperanza en Puerto Quito, recuerda que hace 15 años, con temor e incertidumbre, empezó a sembrar cacao en 9 ha. Dice que cada día de estos años ha aprendido algo nuevo, se ha caído y se ha levantado. “Al inicio, lo único que sabíamos era colocar una semilla en la tierra y esperar los frutos”, comenta Jumbo, quien agrega que hoy los sembríos se han tecnificado. La Asociación cuenta con 42 familias que suman alrededor de 410 ha dedicadas al cacao fino de aroma.
Toda la producción se reúne en un centro de acopio para procesarla y venderla a chocolateros aliados. La meta de la organización es exportar su cacao en producto semielaborado, en pasta o licor de cacao. También quieren crear su propia marca de chocolate.
Pero además de luchar por conseguir un mejor producto, en estos sembríos se desarrollan servicios agroturísticos en los que los propios productores son los guías. Más del 90% de la producción de cacao en Pichincha se ubica en Puerto Quito; el resto se encuentra en Pedro Vicente Maldonado. Gerardo Obando, técnico de la dirección de apoyo a la producción del GAD de Pichincha, explica que en la provincia existen alrededor de 1.300 productores de cacao.
La producción alcanza unos 5 quintales por hectárea de cacao fino de aroma al año. El café y el cacao de Pichincha han rebasado las fronteras. Aunque aún no lo exportan los productores, sí lo hacen empresas que compran la materia prima y la llevan a otras tierras. (I)